El poder de la inconsciencia de alguien, puede provocar un efecto mariposa, es el "casi sin pensar" de uno... lo que motiva la conciencia de otro.
“Tengo que confesar que la musa de mis palabras, el motor de mis manos, la imaginación de mi mente, la proyección de mis ideas, el impulso, la adrenalina, la voluntad, la lucha, la pelea, el querer más, el creer que todo se puede, salió de tu inconsciente”
Me enseñaste inconscientemente, que cuando se da, no hay que esperar recibir, que si se quiere se puede…que los problemas se hablan pero de buena manera, que las discusiones a los gritos no llevan a ningún puerto, donde hay que poner énfasis en lo principal, no en los detalles.
Me enseñaste a tener (te) paciencia, porque el amor me lo pidió, me enseñaste el valor de rezarle más a Dios.
Me enseñaste que la base de una pareja es la independencia. Me enseñaste que yo sola puedo, me mostraste que nadie nació de la mano de otro. Que las amistades se cultivan, que los espacios se necesitan, que el eje no sos vos, sino yo, vos sólo me condicionas.
Me enseñaste a hacer más y soñar menos. A vivir el día a día.
Me enseñaste a perdonar, tantas cosas… a tolerar tantas otras.
A ver donde no hay, a encontrar mi pensamiento lateral… A tumbar entradas cerradas, a encontrar nuevos caminos, a entrar por la puerta de atrás.
Me enseñaste a no bajar los brazos… al menos, no tan pronto.
Me enseñaste que no hay que dejar para mañana, lo que hoy se puede hacer.
Que el tiempo ayuda a pensar… que si mis palabras no van a ser mejores que el silencio, mejor que no las diga, y que encuentre la forma, de filtrarlas, y hacerlas llegar de una mejor manera.
A ponerme en el lugar del otro… a cargar mi propia mochila…
A lidiar con fantasmas del pasado, que los celos fundados, siguen siendo falta de seguridad en una misma.
Que si doy amor, quizás me lo devuelven con un puño… y que a veces, es necesario poner la otra mejilla.
Que no todo es como yo espero… generalmente, nada es como espero, pero sé cómo actuar cuando todos son PEROS.
Me enseñaste a pensar… antes de hablar… a abrazar antes que golpear… a mirarme antes de señalar, a enseñar antes de desaprobar, a ser más antes que ser menos.
Siempre la cabeza en alto… a la altura de quien tengo enfrente. Que la soberbia es la madre de la envidia, de la falta de amor propio.
A entender que cuando alguien dice “lo voy a intentar”, quizás quiera de verdad hacerlo, a comprender que es una ardua tarea, un complejo proceso, que no hay que pedirlo a la fuerza, todo es tiempo.
“Me enseñaste muchas cosas, inconscientemente por supuesto, no estaba en tus planes, ni estaba en los míos. Aprendí tanto de mi, como de vos, lo que el amor vale, sin pensarlo, lo que provocaste en mi fueron todos efectos colaterales.”